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20
octubre
2013
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CRÓNICA DEL CRUCE A NADO DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR.

Por ADMINTOP 0

Los cuatro nadadores salieron desde Tarifa rumbo 0,9 con viento de poniente (oeste/3) y marejadilla a las 8:30 horas. Y llegaron a las 12:32 horas a Punta Almansa, tardando 4 horas y 2 minutos y recorriendo 17,2 km por las corrientes tal y como certifica la Asociación Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG).

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INTRODUCCION SOBRE LAS AGUAS ABIERTAS Y EL CRUCE A NADO DEL ESTRECHO.

La natación de larga distancia y en aguas abiertas es una disciplina reservada a unos pocos deportistas con unas condiciones físicas excepcionales; no obstante, con voluntad, constancia, y entrenamiento, es posible llegar a un estado de forma óptimo para afrontar el reto del cruce del Estrecho de Gibraltar con garantías. Se trata de un deporte muy sacrificado, por el tiempo y la dedicación que requiere, y se practica en un medio hostil, al que hay que aprender a adaptarse y sentir como propio. La resistencia, la técnica, la capacidad mental, la fuerza, etc., se ganan brazada a brazada y después de muchos kilómetros y horas de entrenamiento, tanto en la piscina como en el mar o en los pantanos. Aquí nada ni nadie nos regala nada.

Para organizar el cruce la referencia es la Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG), que preside Rafael Gutiérrez Mesa. Él es quien se encarga de preparar y coordinar el cruce: obtener los permisos necesarios de las autoridades marítimas españolas y marroquíes, que en el momento del cruce regularán el tráfico de buques estableciendo una zona de seguridad de media milla náutica alrededor del nadador, es quien decide el día y la hora idóneos, en función de las condiciones meteorológicas y las mareas, para que el intento del cruce llegue a feliz término, y coordinar la labor de apoyo al nadador. El dispositivo de seguimiento y seguridad consiste en una lancha de apoyo, que en nuestro caso llevará Fernando Díaz Piñero, y un barco guía, con los patrones Cristina y Antonio Montiel, hija y padre, que dirige al nadador por la ruta que permita compensar las corrientes en contra y aprovechar las favorables.

La ruta elegida no es la más corta entre las costas españolas y las marroquíes, de Punta Oliveros (España) hasta Punta Cires (Marruecos) con una distancia de 7.8 millas (14.4 Kilómetros), sino que comienza en la Isla de Tarifa y finaliza en el punto de la costa de Marruecos al que las corrientes y la velocidad de nado nos lleven, y que abarca desde Punta Cires hasta la ciudad de Ceuta, oscilando la distancia entre 16 y 28 km.

El factor fundamental que ha tenerse en cuenta en la travesía son las corrientes. Aunque en el Estrecho son generalmente de dirección Este, por el predominio de la influencia que tiene el aporte de agua desde el Atlántico al Mediterráneo por la alta evaporación de éste ante las propias corrientes por diferencia de mareas, pueden aparecer corrientes por los cambios de mareas, afloramientos, o incluso corrientes de rebote en la costa que pueden dificultar el cruce en el último momento. Por lo general, la pericia del patrón del barco guía permite aprovechar las corrientes para facilitar al nadador ganar la costa marroquí.

Los entrenamientos, la mentalización y la cohesión del grupo permitirán sobrellevar las dificultades y solventar los problemas que podamos encontrar, y que en el cruce del estrecho son los cambios repentinos de las condiciones meteorológicas (niebla, aparición de viento de Levante o fuerte incremento en su intensidad), cambios imprevistos en las corrientes, el tráfico de buques, y el peligro que suponen los cetáceos (delfines, cachalotes, orcas, etc.) e incluso los tiburones, además de los propios de cualquier travesía a nado como los vómitos, mareos y calambres debido al esfuerzo físico o a la ingestión de agua salada y que en algunos casos pudiera estar contaminada.

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CRONICA DEL CRUCE A NADO DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR.

Éste es el breve relato del cruce que el día 14 de octubre de 2013 llevamos a cabo Joshua Rosillo Magariño (entrenador del grupo máster del Club Natación de Alcobendas y exnadador de élite, Joshua), Javier Sanz Fernández (presidente del Club Natación de Alcobendas y nadador del grupo máster, Java), Óscar Rodríguez Rivero (nadador del grupo máster del CNA, Óscar) y José María López Sánchez (nadador del grupo máster del CNA, Chema). Para Joshua, Java y Óscar será el primer cruce, y seguro que no será el último, para Chema éste será el quinto, pero no importa porque cada cruce es una historia diferente, y ésta es una de las razones de su atractivo.

Fue en noviembre del año pasado cuando nos propusimos cruzar juntos el Estrecho de Gibraltar. Para Joshua era un sueño que se iba a hacer realidad, para Java una muesca necesaria en su largo historial de travesías, para Óscar un reto que añadir a su currículum de piscina y travesías, y Chema encantado de repetir una vez más y compartir este reto con unos amigos y compañeros de piscina y aguas abiertas.

Después de un año de entrenamientos duros, en piscina, pantano y mar, y travesías que nos han servido de preparación, llegó la semana prevista para el cruce. Éste sólo puede realizarse cuando hay viento de poniente suave o en calma por el cambio a levante o viceversa; en ningún caso puede llevarse a cabo con viento de levante. Las mareas determinarán la hora del cruce; siendo mejor a primera hora de la mañana porque el viento es menos fuerte.

Finalmente el día elegido es el 14 de octubre y nos citan en el muelle a las siete y media para comenzar a nadar en cuanto amanezca, sobre las ocho y media. En el barco guía irá los patrones Cristina y Antonio Montiel, hija y padre, y en la barca de apoyo Fernando, designados por la Asociación y de reconocido prestigio, que se convertirán, durante el tiempo que en que los nadadores estemos en el agua en parte comprometida de la prueba haciendo suyo, y con todo merecimiento, el éxito final. Durante la travesía, Cristina y Antonio Montiel guiarán a los nadadores y Fernando conducirá la lancha de apoyo y actuará como juez, dando la salida, controlando los descansos, y determinando cuándo se culmina el cruce. En el barco guía irán Cristina Valdecasa e Inma, las mujeres de Óscar y Java respectivamente. En la lancha de apoyo nos acompañará Mari Ángeles, que se encargará de los avituallamientos y de realizar el reportaje gráfico. Los nadadores sólo tendremos que nadar siguiendo el rumbo que nos marque el barco guía y seguir las indicaciones de los patrones, Cristina y Antonio Montiel, y de Fernando.

Antes de partir en el barco que nos llevará a la Isla de Tarifa, Rafa, Antonio, Cristina y Fernando nos dan las últimas indicaciones. Le proponemos a Fernando que los avituallamientos sean cada hora, éstos deben ser cortos para evitar que la corriente lateral nos desplace y luego haya que corregir la trayectoria, lo que alargaría innecesariamente el cruce; hay que seguir siempre al barco de apoyo, que es el que marca el rumbo; y debemos permanecer juntos. Nos deseamos mucha suerte, hacemos las fotos previas y sin perder tiempo nos ponemos los neoprenos y nos damos la mezcla de vaselina y lanolina en las zonas del cuerpo que cada nadador considere susceptible de sufrir rozaduras.

El barco nos traslada a la Isla de Tarifa desde la que iniciaremos el cruce con el traje de neopreno, el gorro y las gafas puestos, nos echamos al agua y nadamos hacia la isla de Tarifa para tocar tierra, como establece la organización y porque el mar lo permite.

El cruce comienza oficialmente a las 8:30 de la mañana, tres horas y cuarenta y un minutos antes de la pleamar, tras el toque de silbato por parte de Fernando. La primera parte de la travesía el mar está relativamente tranquilo, el viento en calma y la cadencia de brazada indica un nado ligero para calentar bien. No está en nuestra mente realizar una marca sino disfrutar del cruce; además, las marcas aquí no hay que buscarlas, vienen solas con las corrientes inesperadas. A la primera hora, momento en el que llevamos dos millas de recorrido, y tras el toque de silbato de Fernando hacemos la primera parada para beber y comer: agua, isotónico, plátanos y un bocadillín de nocilla. Tras la parada de menos de dos minutos, seguimos a ritmo en un mar con más olas y alguna que otra corriente desfavorable. El grupo iba muy compacto con Joshua y Óscar a la cabeza y Chema y Java detrás, aunque de vez en cuando esta configuración cambiaba. Íbamos pendientes de ver la diversa fauna que habita en el Estrecho o que lo utiliza como puente entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, pero sin éxito. Desde la barca sí avistarían delfines e incluso unas ballenas. Sí nos cruzaron aunque a bastante distancia barcos, algunos de ellos enormes y que provocaban un oleaje que nos zarandeaba como corchos.

 

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A la segunda hora toque de silbato y parada para el avituallamiento. Nos comunica que llevamos cuatro millas, lo que indica que la corriente era inexistente o algo desfavorable. La siguiente hora Java empezó a mostrar síntomas de agotamiento y hubo que ralentizar el ritmo un poco, pero se notaba una ligera corriente favorable en forma de oleaje que empujaba por detrás.

A la tercera hora paramos para el último avituallamiento, como nos hizo saber Fernando, así que bebimos bien y tomamos plátanos y un bocadillín de nocilla que supo bueno, bueno, y que ayudó a calmar el sabor a sal.

 

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Desde aquí hasta el final el cruce transcurrió sin más contratiempo, la presencia de las gaviotas anunciaban la cercanía con la costa, aunque una corriente inesperada nos desplazó un poco y nos llevó a culminar el cruce en Punta Almansa, en una zona de rocas. A trescientos metros de la costa el barco guía se detiene y sólo nos acompaña la lancha que también se queda a unos veinte metros de las rocas. Nos reagrupamos para llegar juntos y tocamos tierra; el toque del silbato indica el fin del cruce y marca el tiempo oficial del cruce, cuatro horas y dos minutos, después de recorrer 17,2 kilómetros (9,3 millas náuticas) y con una trayectoria, como luego comprobaríamos en la carta náutica, prácticamente en línea recta desde la isla de Tarifa.

Chema se acerca a la lancha y le pide a Mari Ángeles que le lance la camiseta del Atlético de Madrid, que se coloca con rapidez. No satisfechos con tocar tierra nos subimos a las rocas para hacernos unas fotos. Y así queda retratado para la posteridad el cruce de cuatro amigos del Club Natación de Alcobendas, que dedican su cruce a la asociación de discapacitados de Alcobendas APAMA, y Chema además al club de sus amores, el Atlético de Madrid.

Después de las fotos volvimos al agua y nos subimos a la lancha neumática. Joshua, Java y Óscar volverían en el barco guía con Cristina Valdecasa e Inma y con los patrones Cristina y Antonio Montiel; Chema volvería con Fernando y Mari Ángeles en la lancha neumática.

 

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El éxito es resultado del trabajo en equipo: una planificación impecable por parte de Rafa, la ejecución perfecta por parte de Cristina y Antonio Montiel, los patrones de la barca, y Fernando, el conductor de la lancha de apoyo, los ánimos de María Ángeles, Cristina (la mujer de Óscar) e Inma (la mujer de Java), la gran compenetración del grupo de nadadores y el fruto de tantas horas de entrenamiento, dirigidos por Joshua, y competiciones en mar y piscina.

 

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Aunque la natación sea un deporte, las aguas abiertas es una pasión, una forma de expresar y sentir la libertad, y cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar, desde la Isla de Tarifa, en España, hasta la costa de Marruecos, es un reto personal que lo hace real, de los más apasionantes que pueda proponerse un deportista y mucho más si se concibe en equipo, se entrena en equipo y se realiza en equipo.

 

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